26/08/09

Monsieur G.

Albert merece un capítulo aparte. El es todo un personaje. Un hombre próspero y sencillo a la vez, fiel seguidor del "savoir vivre". Un hombre hospitalario, con buen sentido del humor y gran éxito entre las mujeres pero, irónicamente un solitario (como todos, tal vez).

Durante las cinco semanas que compartí su mundo aprendí mucho; me dio sabios consejos que atesoro hasta hoy. Lo que más me agradó fue el compromiso asumido de considerarme como una hija. Recuerdo con añoranza los paseos que disfrutamos cada tarde luego de la siesta, los viajes por carretera y en tren, entre tantas y otras vivencias.

El me permitió conocer su país, su cultura y el idioma: recuerdo que estaba cien por ciento expuesta a la langue francaise (personne parlait espagnol); mi única opción era comunicarme en francés. El siempre ponía a prueba mi fluidez, me pedía que le comprara cualquier cosa en el pueblo (cigarrillos, pan,etc ). Yo protestaba por mi timidez extrema pero finalmente lo hacía, era muy convincente.

Gracias por tu hospitalidad, por el regalo que me enviaste a mi retorno y la hermosa carta. Nadie me ha vuelto a escribir algo así.

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